Se mencionan nueve mundos:

Muspelheim: mundo de fuego, reino de Sutr.
Asaheim: mundo de los aesir, en el medio de Idavold.
Ljosalfaheim: mundo de los alfios.
Vanaheim: mundo de los vanir.
Mannaheim: mundo de los humanos.
Jotunheim: mundo de los gigantes.
Svartalfaheim: mundo de los alfios negros.
Muspelheim: mundo de los muertos, infierno.

Yggdrasill conecta a todos estos mundos entre sí con su gran tronco. Las raíces de este fresno se entierran en Asgard, Jotunheim y Niflheim. Debajo de la última, que está constantemente siendo roída por la serpiente Nidhug y toda su raza de reptiles, se encuentra la fuente Hvergelmer. Bajo la que se extiende hacia los gigantres, está la fuente de Mimer, en la que se hallan ocultos espíritu y sabiduría. Bajo la que se extiende hacia los aesir, está la fuente de Udar. Aquí los dioses presiden en el juicio y se dirigen todos los días, trepando por el Bifrost. En está viven Urd, Verdande y Skuld, las nornas que son las encargadas de regar el árbol y regular la duración de vida de todos los seres. El agua que caía de las ramas más bajas se convertía en la miel de las abejas.

Sobre la rama más elevada, Lerad, un halcón llamado Vedfolnir está posado con la función de vigilar el cielo, la tierra y Niflheim, e informar de lo que allí ocurre. Dain, Duneyr, Durathor y Dvalin, los cuatro ciervos, se alimentan de las ramas de Yggdrasill; el rocío que goteaba de sus cornamentas formó los ríos del mundo. También había una ardilla llamada Ratatosk, que pasaba el día corriendo de arriba y abajo del gran tronco, encendiendo los oídos del águila y del dragón con chismes maliciosos con la esperanza de que ambos se declarasen la guerra.