La atención resucita apaciblemente...
Mi rigidez muscular juega con la lengua de acero coagulada

Las alas taciturnas de la aguja de bisel caen al pavimento
Y el diván se hace polvo escurridizo ante la tez del capullo

Reflejas armaduras danzantes en la lívida remembranza
Las lágrimas arden y las pestañas se queman
Traes nauseabundos olores a carmín pétreo
Los postras en mí y agasajas mi pesadumbre enmascarada

Siento la curiosidad que tuerce el blanco subsidio
Mientras la muerte tibia se siente en el retazo del terciopelo azul
La imagen carcomida es una sombra grasienta zambullida en mí
Compilado de las heridas de cera tatuadas en mi piel

Sueñas mis trozos de barco marchito
Exhalo mentiras confusas que se vuelven desatinados reposos
La virginidad de la oruga se hace carne cruda
Y las alas se conservan con precisión sobre tu cadáver líquido