Todos Santos: "pan para todos", el cuerpo de Cristo, tradición católica.
Día de los Difuntos: de poblaciones quechuas, aymaras y urus.
Halloween: "All Hollow's Eve", tradición pagana europea.
Samhain: Tradición celta en la cual se celebra el fin de las cosechas.

La tradición principal de Todos Santos se junta por casualidad de fechas con las del Día de los Difuntos en nuestras tierras, festejando un evento convertido en tradición: La mesa para los muertos. Esta mesa se arma en tres niveles: Alaxpacha (el cielo), Akapacha (la tierra) y Mankapacha (el inframundo). Cada nivel de dicha mesa, deberá entonces representar los estadíos del ser en estos tres niveles, pero enfatizando en los gustos del difunto en cuanto a comidas y bebidas. En esta fecha, nuestro difunto visitará su anterior hogar, para ver cómo lo estamos manejando en su auscencia. En dicha visita, se lo deberá tratar de manera formal, y darle toda la comodidad para que este se pueda ir de nuevo en paz, estando seguro de que no nos falta nada y que podemos darnos el lujo de invitarle deliciosos manjares. De la misma manera, algunos elementos católicos como la escalera para volver a subir al cielo, o las alas del difunto si se trata de un niño demuestran cómo las creencias religiosas católicas se combinan con los
ritos populares de antaño. Existen otros elementos, como la semilla de cebolla que es el primer alimento del difunto, los niveles generacionales representados mediante las "tantawawas" (tanta = pan, wawa = niño en la lengua aymara),frutas, caña, refrescos, ají de arbeja, caballos, "achachis"(figuras de morenos y personas mayores que identifican a las personas avanzadas de edad) , la corona, y flores que acompañan la mesa.

Entre diversidad de costumbres, en el municipio cochabambino de Punata "La Feria del Mast'acu" se caracterizará por milares de personas yendo a esa capital con el objetivo de comprar una variedad de masitas, algunas de ellas a cambio de oraciones, mientras en la Zona Sur de la ciudad de La Paz, muchos niños difrazados salen a las calles a pedir dulces. Los "rezacos", jóvenes dedicados a rezar en Punata, con oraciones y música en honor de los difuntos, no se diferencian mucho de lo que se hace en Monteagudo, donde la gente tiene la costumbre de bautizar a las t'antawawas y nombrar por ellas a los padrinos, tradición arraigada en gran parte de Chuquisaca, ni a Tarvita, que está en la provincia Azurduy de Chuquisaca. allí, los bebés fallecidos tienen especial atención. Para ellos, los dolientes preparan arcos con flores, adornos y alimentos. En San Ignacio de Moxos, en el Beni, la celebración principal de Todos Santos se hace en la Catedral. Los dolientes llevan a la Iglesia comida, bebidas, dulces y masaco.Se dice que mientras el "rezador" dirige las oraciones, los difuntos se alimentan con las comidas hechas en su honor. Los jóvenes y los niños, que también participan de las oraciones, están "prohibidos" de recibir las ofrendas. "Lo que las almas comen, no deben comer los niños, porque se vuelven locos", es la creencia del lugar. En Turco se juega al "Phuti". El phuti es una pelota gigante de trapo atada a una soga que se lanza al centro de un ruedo conformado por unas cinco personas. Una de ellas gana el juego si es que consigue lacear la pelota antes que caiga al suelo. A cambio, recibe un trago de sucumbé o té con té de parte de los anfitriones. El juego recorre de casa en casa, hasta la madrugada. En otros lados, como en el municipio de San Antonio de Esmoruco es casi prohibido llorar en la festividad de Todos Santos. Desde los preparativos de la espera a los difuntos, los familiares y vecinos bailan rondas tradicionales y entonan música de cajanis y zampoñaris, lo ideal es divertirse y pasarla bien a nombre de los difuntos. El incienso, masitas, fruta seca y carne de cerdo son de la mesa que preparan los pobladores del municipio de El Choro en Oruro para recibir a las almas de los seres queridos en la misma fiesta.

Según el doctor Fernando Cajías, "lo más común en nuestra ciudad, es colocar un mantel negro en la mesa para las almas de personas mayores y blanco cuando se trata de niños, muchas veces el altar puede ser para ambas edades, mitad blanco y mitad negro, ya que se reciben a todos los muertos en esta festividad. Para las almas de niños, jóvenes y solteros que dejaron de existir, ponen refrescos, dulces, galletas, frutas, guirnaldas multicolores, predominando el color blanco, como color de pureza del difunto llamado "angelito". En muchos casos, en este lugar se encuentra el epitafio del difunto con su fotografía y la inscripción del nombre y día de su fallecimiento. En la parte inferior de la mesa, se colocan flores de color blanco y amarillas como la retama, además de los tallos de cebolla (tocoros) que proporcionan a las almas el agua para calmar su sed.Asimismo, en las cuatro esquinas de la mesa se instalan las cañas de azúcar, que representa los bastones de los difuntos con adornos de coronas y suspiros (dulces) de colores. Durante esta primera jornada del día y de noche se reciben a los rezadores que vistan las casas donde hay mesas instaladas"

Lo escencial en la mesa es:
- Tantawawas, que son los niños de pan, para recordar la pureza de los espíritus.
- Escaleras de pan, para facilitar la subida al cielo de los espíritus.
- Cebollas en flor, para que el difunto lleve agua en su viaje.
- Caballitos y juguetes, cuando los espíritus son niños, para que se distraigan
- Retamas en los floreros, para ahuyentar a los espíritus enemigos.
- Un vaso con agua bendita, para rociar la ropa del difunto.
- Coca, cigarros, vino y refrescos, para que el espíritu se sienta satisfecho.
- El plato de comida favorito del difunto.
- Caña de azúcar, para que sirva de bastón a los espíritus.

Algunos artículos de interés:

Cuando nuestros muertos conviven con nosotros

Ely López Canelas, Bolpress.-

Lo que sé de Todos Santos no lo sé por ser antropóloga o investigadora, ni cosa parecida, lo sé por lo que he aprendido y aprendo cada año con mis papás y en los sitios a los que he viajado. Como tú mismo lo dices, en realidad se habla de los “supuestos difuntos”, porque como tú también dices y así es lLa muerte no existe, esto viene desde una tradición pre-colonial. Algunos dicen que el alma se va abajo al Ukhu Pacha, otros, que las almas están en el mismo plano que nosotros, pero en otra dimensión. Es decir, viven en las montañas, lugares especiales, los rincones de las casas… sabes que no hay cosas absolutas, todo depende de la costumbre de los pueblos.

Según mi papá, las almas se van al cielo y ahí se reúnen todos. Desde allí nos miran, nos escuchan, nos ayudan cuando les necesitamos, nos castigan si nos portamos mal (“nos hacen andar mal”).

Cada año se pone la mesa para los muertos con todo lo que a ellos les gustaba: la comida, la bebida, la coca (si la mascaban), la fruta, los panes, los dulces y las cosas especiales. Se hace una lista larga de los difuntos. Es como recordar toda la genealogía y al recordarles se acuerdan de cómo murieron y se pregunta por la suerte de amigos y conocidos de estos difuntos.

Existen dos juegos relacionados con la celebración de la muerte: la taba y los maicitos. Son juegos de los días de duelo y de los días de todos santos.

Siempre hay que ponerle también agua, todo con pajitas, los muertos solo pueden aspirar… si no te acuerdas de ellos, si los muertos no encuentran comidita se van llorando, sufren y luego también nosotros sufrimos.

En el pueblo de mi mamá se arman las tumbas en el cementerio, con música, panes, comida, bebida, la fiesta se traslada al cementerio allí se come, se bebe, se llora, se juega, se hace rezar. No hay que ser tacaños cuando se hace rezar. Hay que dar buenos panes… Hay ciertas comidas picantes que se hace con afrechillo y la achacana, son comidas que solo las hacen para esta fiesta (uy ya me dio ganas de ir al pueblo de mi mamá).

Lo de volcar la mesa, en el caso de mi mamá y mi papá, es para que ya no hayan mas muertos al año que viene. A veces dicen que se “kimsacha” es decir mueren hasta tres personas en poco tiempo y se está de luto durante mucho tiempo.

Hay muchos rituales con relación a la muerte, muchos… cuando se quita el luto, por ejemplo, hay una fiesta y al final hay alguien que se viste con la ropa del difunto y a él se lo “bota” y se lo castiga para que se vaya y no vuelva en mucho tiempo, por eso también los que se sacan el luto se cambian con ropas de colores, todo nuevo, e incluso tienen un padrino para ello, es como un volver a vivir…

Los muertos llegan con agua, viento y moscas. En serio, no te rías, siempre llueve o hace mucho viento o hay muchas moscas como al medio día y ahí están llegando, se puede sentir que todo cambia de olor… es algo que yo he sentido muchas veces… Así que, son momentos alegres y tristes a la vez… Un reencuentro de cada año.

Como mi padre lo cuenta es muy gráfico. El dice que en la tardecita cuando ya se recoge la mesa algunos que eran amigos de las copas, se van cantando juntos a su dominio, felices de que les hayan recibido tan bien. Él dice que se encuentran los amigos y que incluso a veces las almas se invitan entre almas para venir a una casa u a otra, por eso siempre hay que esperarles, y que entre ellos comparan como les han esperado sus deudos…

En la parte más oficial ya sabes que el todos santos empieza oficialmente la época de lluvias el jallu pacha, los muertos bendicen a los vivos y reproducen la vida a través de la lluvia. Desde ahora hasta el carnaval en muchos sitios (en el lugar de mi mamá y mi papá también, pero menos) los muertos están entre éste y el otro mundo. Por ejemplo, en San Andrés vuelve a hacerse una fiestita para ellos, y en febrero también. Es difícil de contar todo ahora, pero no es solamente el día de todos santos, ya sabes que en nuestras culturas las cosas son mas de procesos que de momentos.

Todos Santos y Día de los Difuntos en Bolivia

La Paz, 31 oct (ABI).- En Bolivia se recuerda la tradición de Todos Santos el 1 de noviembre con el recibimiento de las almas y el 2 el Día de los Difuntos para recordar a los muertos, según consta en las tradiciones.

El viceministro de Cultura, Pablo Groux, relató que el 2 de noviembre, los cementerios de las periferias en las ciudades y en el área rural de las regiones rurales, miles de personas acostumbran "festejar" y recordar a sus seres queridos que dejaron de existir.

"La muerte en general es parte intrínseca de la humanidad y todas las sociedades. El valor simbólico que tiene la muerte, el valor simbólico de estos momentos específicos, donde nos encontramos con los muertos y realizamos una serie de rituales respecto a la costumbre", señaló.

Este día denominado "Día de los Difuntos", en las tumbas se arman mesas, al igual que el primer día, donde los "dolientes" hacen rezar a las personas que visitan los nichos.

Según la costumbre, al mediodía se reza por el almuerzo y por la tarde rezan por las cosas que están en la mesa.

La comida y la bebida son importantes para celebrar y saciar el hambre y la sed de las almas. Las familias cocinan los alimentos y preparan las bebidas que le gustaba al ser querido cuando estaba en vida.

En los cementerios se oye cantar "los alabados" o "alabanzas" siendo en su mayoría tonadas de inspiración popular y constituyen una tradición en la fiesta que acompañan los sicus y la tropa de tarkas.

En el atardecer, la gente empieza con el despacho del alma que consiste en recoger la mesa y pedirle al difunto que regrese al año siguiente para volver a compartir.

El "levantar la mesa" que así se denomina a la invitación a rezar, finaliza con la repartición de las masitas, frutas, comidas, golosinas y manjares que se han puesto a la vista de los asistentes rezadores.

La tradición de Todos Santos y el "Día de los Difuntos", es un acontecimiento que se celebra entre el 1 y 2 de noviembre, en las comunidades rurales, los pueblos.

Los muertos vuelven, según la cultura andina

(La Razón - Bolivia)

En el contexto de la cultura andina, la presencia de moscas, la evaporación del agua u otras bebidas y la rápida fermentación de las comidas son algunas de las señales que alertan sobre la llegada de las almas durante la celebración de Todos Santos.

Desde el mediodía de hoy, los hogares donde se levantó una mesa en memoria de uno o más familiares fallecidos, esperan la llegada de sus espíritus para satisfacer los gustos que tenían en vida. Pero ¿cómo saber si el alma regresó evidentemente a casa?

El antropólogo aymara Juan Ángel Yujra explica que “hay elementos simbólicos, por ejemplo la comida u otro alimento que se prepara y a la media hora se fermenta. La gente dice entonces que (el alma) ha comido espiritualmente. Pasa también cuando uno de los panes de la mesa se ha caído y se comenta que ‘ahí está, el espíritu ha llegado\\'”.

Coincide con esta versión el sociólogo Fernando Huanacuni, quien además precisa que desde la concepción andina hoy no es el día de los muertos, sino el wiñay pacha o tiempo eterno, en el cual “nosotros compartimos (comidas y bebidas) con la familia, que no sólo son los que están acá, sino también los que se han ido”.

Huanacuni también cita ejemplos de cómo advertir la presencia de los espíritus, y en ese contexto recuerda que entre hoy y mañana es evidente la presencia de las moscas, pues a estos animales se les atribuye la capacidad de transportar a las almas desde el wiñay pacha.

“En estas fechas no hay muchas moscas, pero hoy y mañana van a aparecer bastantes y además hay un aroma muy interesante en el altar que levantamos, que es más fuerte cuando el alma es fresca. El sabor del refresco no es el mismo y la evaporación es más rápida; la comida que colocamos, si uno llegara a probarla, es desabrida. Ésas son las señales que ellos nos dan de que están con nosotros”, dice.

No obstante, el sacerdote Telean Corona, rector de la Universidad Salesiana, sostiene que “no hay ningún dato que fundamente esa creencia ni por tradición de la Iglesia ni tampoco por algún dato que nos permita constatar que eso sucede. Puedo decir que se trata de una evocación donde la comunión con las personas que pasaron a la eternidad se convierte en un deseo”.

La celebración de Todos Santos contada en historias

El alma lo maldijo • Aún en vida, Higidio Huarita solía relatar la historia de un amigo suyo que al morir heredó todas sus pertenencias a su único hijo. En el día de Todos Santos, el espíritu del padre regresó a casa acompañado de otras almas y se percató que su hijo no había preparado nada en su memoria. Adolorido, sentenció: “Que se termine todo”, y al poco tiempo el joven perdió todas su riquezas.

Un alma que recién partió • Según las enseñanzas que recibió Marcia Tórrez, cuando un familiar falleció hace poco, en el primer año de la festividad en su ausencia se debe preparar una mesa exclusiva para esa persona con todo lo que le gustaba comer y beber en vida. “Es como un homenaje al ser querido. La familia espera hasta el próximo año para recibir otra vez a sus demás seres queridos”.

El cigarro avisa que llegó • Mariana Suárez cuenta que su familia siempre pone en la mesa un plato con coca y cigarrillos. Al mediodía del 1 de noviembre, además de encender las velas se enciende el cigarrillo y si éste se consume rápido quiere decir que el alma llegó y “estaba antojada de cigarrillo”. Si la bebida ofrendada se evapora con rapidez, entonces se presume que el espíritu llegó muy sediento.

Lo especial se desecha

La comida y la bebida preparadas especialmente para el difunto deben ser desechadas al término de la festividad, en tanto que el resto de los alimentos se debe compartir con los familiares y amigos, explica el sociólogo Fernando Huanacuni.

“En toda mesa hay algo específico, una comida y refresco que se colocan con nombre y apellido para el alma; esa (ración) se la desecha y el resto se reparte porque esta es una fiesta de la redistribución de los bienes a la comunidad. Se hace pidiendo a los demás que recen por un espíritu determinado”.

La fiesta al “ajayu” en El Alto
Por Fernando Cabezas y Juan Manuel Miranda.

(APA).- Como una forma de resguardar de las tradiciones y cultura foráneas, la arraigada Festividad de Todos los Santos que año tras año viene practicando la población alteña, la Dirección de Turismo dependiente del Gobierno Municipal de El Alto, inicio el proceso de difusión y promoción hacia los turistas que visitan Bolivia.
La actividad tiene también el propósito de revalorizar la tradición ancestral y la identidad cultural andina de esta celebración en honor a los difuntos, en la lógica de que en el mundo andino existen costumbres y tradiciones transmitidas de generación en generación manteniéndose viva y latente hasta nuestros día.

Roxana Velarde, titular de la Dirección de Promoción Turística, confirmo que esta campaña de sensibilización se inicio el 31 de agosto y hasta el momento se viene reforzando la campaña con publicaciones que contienen la historia, los fundamentos y significados de cada uno de las masitas que se colocan en la mesa o tumba.

"Tenemos previsto levantar una mesa para los difuntos de la Guerra del Gas en coordinación con los representantes de este sector", anuncio la autoridad a tiempo de indicar que las tradiciones extranjeras que se están introduciendo a nuestro medio con grave peligro para los menores de edad, quienes son los mas propensos a estos mensajes.

"Con el pasar del tiempo se están perdiendo nuestras tradiciones y están viniendo de afuera otro tipo de costumbres que no tienen nada que ver con nuestros antepasados, es por eso que las cartillas que elaboramos están siendo serán distribuidas con prioridad en los centros educativos", precisó Velarde.

Por otro lado también se refirió al hecho de que la educación viene del hogar y convocó a los padres de familia a "inculcar a sus hijos la cultura del nuestros ancestros y nuestros abuelos que tiene mas relación con nuestro diario vivir" aconsejó la autoridad.

LA MUERTE

En la visión aymara y quechua -donde la gente convive con sus ritos ancestrales y la religión que les fue impuesta a punta de lanza- la concepción no es diferente. Para ellos la muerte es también motivo de alborozo porque al superar ese estado el alma se reúne con las deidades humanas y naturales (la Pachamama y los Pacha Achachilas) a fin de formar una comunidad.

Simón Yampara, estudioso de la cultura aymara, dice que la muerte representa también una forma de cultivar conocimientos, pensamiento que es compartido por el sacerdote católico Hugo Varga, quien sostiene que "la muerte no puede ser castigo, es parte de la vida, significa vencer la limitación del tiempo y del espacio para seguir creciendo".

"El jiwaki, o muerte en aymara, conceptualmente tiene una doble connotación: se entiende como muerto, pero al mismo tiempo como bonito. Lo que sucede es que cuando un ser humano aymara muere pasa a ser parte de las deidades, de sus antepasados. En ese sentido se puede decir que no muere del todo, si bien desaparece físicamente, reaparece en el mundo espiritual para formar la comunidad de las deidades. Pero éstas no son sólo de vertiente humana, sino que están también las de vertiente natural como la Pachamama y los Pacha Achachilas", explicó Yampara, asesor cultural de la comuna de El Alto.

TRADICIÓN

Es costumbre recordar, a partir del mediodía del 1 de noviembre hasta el mediodía del 2, la festividad de Todos Santos y del Día de los Difuntos. Un día especial, dedicado a compartir con el alma de familiares que murieron. Algo que transita en el mundo de lo sobrenatural, de la fe, de lo esotérico y por tanto, difícil de creer y entender. Pero allí está, celebrado y respetado por mucha gente.

Cuentan que se empieza con un juego con piedras redondas y que según una vieja costumbre andina, se invita a todos los familiares y amigos a participar de ese juego; que se visita alguna casa y que allí todos comen algún plato tradicional. Hay muchos, pero generalmente se impone aquel que fuera del gusto del alma homenajeada (ver recetas tradicionales). Tras el almuerzo se empieza con el armado de una supuesta tumba, también conocida como altar o mesa. En ella se colocan una serie de símbolos hechos de pan y en esa simbología es fácil encontrar un sol, una luna, la cruz, una escalera, etc, etc. También se utilizan flores, frutos en flor, cañas, juguetes, escaleras o voladores sujetados a hilos (por donde las almas desciendan y asciendan al mundo de los vivos). No hay elemento sin significado, no se utiliza nada que no sirva para explicar el camino al mundo del más allá, aquel que está en el espacio.

En el cielo.

Según la tradición, en días previos a la fiesta, los mercados de las ciudades y del campo ofrecen ferias, en aymara se dice jacha ala ó althapi. En esas ferias hay abundancia de harina blanca y amarilla, de masitas y panes con figuras antropológicas y zoomorfas junto a suspiros, alimento preparado en base a huevos de gallina y con todo ello, el tuquru, que es la parte floral de los arreglos. Las almas permanecen el el mundo de los vivos por 24 horas, ellas deben ser homenajeadas y para saber si se sienten cómodas también hay una herramienta ideada por la tradición: la vela encendida. Si el cebo comienza a chorrear es una mala señal, se dice que el alma está triste. En cambio si arde normalmente, el alma esta alegre y contagia su bienestar a sus deudos. A las doce horas del día 2, se apagan las velas para no retrasar su retorno al más allá, ya que, dicen, las puertas se cierran a esa hora. Las almas se van, los deudos quedan luego de haber combinado, por algunos días, como en todas las festividades pagano-religiosas, creencias nativas con la religión católica. Una simbiosis que data de la época colonial.

Existe una receta para armar una mesa para los difuntos pero si fuera necesario hacer una definición, esta bien sería que es el elemento central, el altar familiar en el que se recibe el alma del ser querido. Es por ello que en la mesa se colocará el nombre, la fotografía, algún recuerdo y varias cosas que el alma homenajeada pudiera reconocer y por las que podrá sentirse a gusto en este paseo efímero por el mundo de los vivos, de tan sólo de 24 horas.

Los principales elementos utilizados para armar estas mesas son panes, comidas, fruta y bebidas.

La tumba debe permanecer extendida hasta el mediodía siguiente, hora en la que la familia del difunto solicitará a una persona ajena que recoja la mesa, quedándose con la mitad de todo cuanto ella contenía. El resto será llevado hasta el cementerio, donde se repartirá entre quienes rezan por sus difuntos. No debe sobrar nada, en lo absoluto, pues de hacerlo, según la cultura andina, las penas se quedan en la familia.

Todos Santos una tradición para unir a la familia


Desde la visión católica se recuerda a los santos que murieron en la gloria de Dios. En la cosmovisión andina se expresa la interacción con los "ajayus" (almas) de los difuntos quienes retornan de su largo viaje al otro mundo.

La Paz, 30 oct (ABI).- La fiesta de Todos Santos se ha constituido en el reencuentro tradicional familiar y cultural de las familias bolivianas, que preparan cada 1 y 2 de noviembre una mesa con diversas ofrendas para recibir a las almas de sus seres queridos que dejaron existir en este mundo terrenal, según la percepción de un historiador y una personalidad del área cultural.

En la festividad, cada familia alista un mesa con una diversidad de masitas como las t'antawawas (muñecos de pan), escaleras, coronas, bizcochuelos, caballos, frutas, dulces, refrescos, comidas, flores. El primer día de recibimiento y el segundo de despedida de las almas.

Según el viceministro de Cultura, Pablo Groux, la tradición del acercamiento entre los "vivos y los muertos", Todos Santos, ha logrado que miles de familias se reúnan para celebrar, compartir y realizar todas las costumbres que enmarcan esta tradición cultural

"Es mucho más valiosa nuestra tradición, porque rescata a la familia, a la comunidad, el contexto cultural y todas los valores que se han adaptado en la sociedad para este encuentro colectivo", dijo.

"ESTA ARRAIGADA"

De su parte, el historiador boliviano, Fernando Cajías, explicó que la mayor parte de la población continúa viviendo esta fiesta tradicional que está bien arraigada en las familias bolivianas, pese al crecimiento del Hallowen.

Considera que en este siglo XXI y pese a los cambios los padres se han encargado por generaciones a transmitir la creencia a sus hijos, de que sus seres más queridos que dejaron de existir visitan sus hogares para reencontrarse con las familias.

"Esta tradición se mantiene con mucha fuerza, ya que la mayoría de las personas la respeta como una relación entre los vivos y los muertos y asimismo se siente segura de su reafirmación cultural", precisó.

TRADICIÓN-CATÓLICA-ANDINA

Desde la visión católica, se recuerdan a los santos que murieron en la gloria de Dios. Por tanto la Iglesia los honra con solemnidad desde el año 835 durante el periodo del Papa Gregorio II y que pasa del 13 de mayo al 1 de noviembre.

El 2 de noviembre la Iglesia Católica realiza la conmemoración de "todos los fieles difuntos", que estableció en Roma el año 1311 y que consiste en el ritual para celebrar a los muertos a través de misas.

En la cosmovisión andina se expresa la interacción con los "ajayus" (almas) de los difuntos quienes retornan de su largo viaje.

Desde Tiwanaku se han hallado evidencias arqueológicas de culto a los difuntos en las tumbas.

Los cronistas relatan cómo los rituales funerarios continuaban después de la muerte, pues se sacaba los restos de los grandes señores a las plazas para que allí "coman y beban" junto a los criados que los cuidaban.

En el contexto tradicional de lo andino, la población que vive en las regiones rurales, son las más arraigadas de esta festividad.

En los cementerios de la periferias de la ciudad de La Paz y los que están en pequeñas comunidades, en las tumbas de los difuntos se preparan grandes mesas tradicionales, cañas que bordean los nichos, un variedad incalculable de masas, "todos juntos en grandes familias".

"Es mucho más lindo, es un verdadero ritual de encuentro donde todo concurre y efectivamente se festeja el encuentro familiar que se lo vincula con la Pachamama, con esa alegría y energía cultural", comentó el viceministro Groux.

TESTIMONIOS

María Esther de Zabala (65)
"Como todos los años es una costumbre para poder celebrar esperar a mis seres queridos, con todo cariño. Por ello toda mi familia estamos esperando y preparando para hacer un buen recibimiento a las almas".

Ademar M. (23)
"Tenemos previsto pasear e ir a comprar masitas para visitar el Cementerio General para rezar a nuestros parientes con toda la familia, ya que también mis papás hornean pan en nuestras casas".

Yovana P. (19)
"Mis padres me enseñaron la tradición y creo que es una buena oportunidad para recordar a nuestros muertos y compartir n familia".

Teresa Gonzales (60)
"Los tiempos han cambiado y veo que la gente está perdiendo la tradición, ya no es como antes cuando era una verdadera fiesta de reencuentro y de fe, se hacía mucha comida y masitas para darle de comer a nuestras alamas. Ahora creo que el Hallowen está perjudicando".
Faq/Rq ABI