Haciendo de la espera un arte
Preguntándome qué hacer para tocarte

Se me parte la piel en diez mil colores ante el abismal espacio arraigado a tu asiento. La lóbrega sensación se intensifica con la lumbrera de tu sonrisa y mis manos se rompen al intentar sentir tu piel áspera ante la ausencia de mi saliva. Mi voz se alza para tocarte con mi aliento nuboso, mi corazón chilla palpitando al son de tus pestañas que se cierran para evitar la nociva distancia que te devela el paisaje. Restallan mis huesos al no poder atravezar el océano con mis piernas resquebrajadas por la ilusión de tu palpar. Mis labios responden ante la penumbra con lágrimas secas en el ribete de mis ojos, intentando reborbotar cálidamente sobre tu frío corazón y se congelan las heridas de mis rezagados abrazos polvorientos. Resuena tu voz entre el silencio de la solitaria noche haciendo eco que tatúa mi alma al ritmo que se pronuncia tu nombe. Ayúdame a no extrañarte antes de haberte tenido entre mis brazos, a no quererte antes de haber saboreado tus poros, a no tenerte antes de haber si quiera pasado mi propia estación. Toca mis palabras que son el vestigio de mis sentimientos y libérame de esta prisión con tu voz descongestiva.